LOS ATAQUES SUICIDAS Y EL ISLAM
Antes de empezar a analizar los ataques suicidas, hay dos asuntos a tratar. Según el Islam, los seres humanos son seres superiores por el hecho de ser humanos. El Corán expresa este principio así: Hemos honrado a los hijos de Adán (17:70). Por lo tanto, independientemente de que la persona sea hombre o mujer, mayor o joven...
Antes de empezar a analizar los ataques suicidas, hay dos asuntos a tratar. Según el Islam, los seres humanos son seres superiores por el hecho de ser humanos. El Corán expresa este principio así: Hemos honrado a los hijos de Adán (17:70). Por lo tanto, independientemente de que la persona sea hombre o mujer, mayor o joven, blanca o negra, todos los seres humanos son venerables, inviolables y están protegidos. El Islam tiene en gran consideración la vida humana. Muchos versículos del Corán y hadices ordenan que los cinco valores principales, conocidos como los «Zaruriyat al-Jamsa» (las cinco condiciones indispensables), sean protegidos. Estas condiciones son: la vida, la religión, la descendencia, la mente y la propiedad. Por consiguiente, la vida humana no ha de ser violada, el honor no puede ser mancillado y la propiedad no puede ser confiscada. La gente no puede ser expulsada de sus hogares y tierras, no pueden ser privados de libertad y no pueden ser privados de su derecho a practicar su religión. Al contemplar el Islam a cada ser humano como poseedor del valor de toda la especie, matar a un ser humano equivale a haber matado a toda la humanidad; y, consecuentemente, salvar a un ser humano equivale a haber salvado a toda la humanidad (5:32).
No existe entidad ni institución para los derechos humanos ni religión o sistema de creencias en el que el ser humano esté tan altamente considerado como en el Islam. En el Islam esta incluso prohibido cometer un crimen contra uno mismo, por lo que quitarse la vida que Dios nos ha concedido está prohibido. Del mismo modo que nadie puede quitarle la vida a otra persona, nadie puede acabar con la suya propia: el suicidio no está permitido en el Islam. El Islam prohíbe categóricamente el suicidio. El Sagrado Corán prohíbe el suicidio (4:29) y el Profeta ha declarado en varios hadices que el suicidio es ilícito en el Islam.
La paz es esencial en el Islam
Islam significa paz, seguridad y fortaleza. El musulmán que cree y practica esta religión es una persona que inspira confianza a todos y a todo. Una persona así no hace daño a nadie ni verbal ni físicamente. De hecho, el Islam está en guerra contra el tumulto, la agitación, la discordia, la tiranía y el terrorismo. Según figura en numerosos versículos del Corán y en hadices, la paz es esencial en el Islam y la guerra es considerada como arizi, secundaria, antinatural o accidental. La conducta de los musulmanes respecto a los demás ha de estar basada también en la paz. En una religión en que la seguridad y la paz mundial es lo primordial, la guerra y la discordia son secundarias. Esto es igual a la lucha que lleva a cabo el cuerpo contra los gérmenes que le atacan. El Islam, en principio, no tolera la guerra, a pesar de que existan estrictas reglas de cómo llevarla a cabo y a pesar de que constituya una realidad humana y uno de los hechos más destacados de la historia de la humanidad. En el Islam, la guerra está restringida a la defensa. En el marco del principio mencionado en el Corán así: el tumulto y la opresión son peores que matar (2:191), la guerra está únicamente justificada para prevenir el caos (que lleva a la guerra), la anarquía, la tiranía y el derrotismo. Con el Corán, la guerra es sometida a una serie de restricciones y principios por primera vez en la historia de la humanidad (Gülen 2004, 238; Yazir 1979, 2:692).
El Islam ha establecido reglas para contrarrestar las guerras. El Islam considera la justicia y la paz global un principio en virtud de lo siguiente:
¡Creyentes! ¡Sed íntegros ante Dios cuando depongáis con equidad! ¡Que el odio a una gente no os incite a obrar injustamente! ¡Sed justos! Esto es lo más próximo al temor de Dios. ¡Y temed a Dios! Dios está bien informado de lo que hacéis (5:8).
Junto a estos principios fundamentales, el Islam reconoce que todo creyente tiene derecho a proteger su religión, vida, propiedad, descendencia, honor y valores sagrados. Tanto es así que morir en defensa de dichos derechos es considerado martirio. El mensajero de Dios ha dicho que quien muera defendiendo su propiedad muere mártir; quien muera defendiendo su vida muere mártir, quien muera defendiendo a sus familiares muere mártir, y quien muera luchando por su hogar y familia muere mártir.
Tras haber contemplado el asunto desde esta perspectiva general, nos gustaría ahora concentrarnos en los ataques suicidas. Los ataques suicidas deberían de dividirse en dos grupos: los cometidos en tiempos de paz y los cometidos en tiempos de guerra.
Ataques suicidas en tiempos de paz
Primero hay que dejar claro que no sería correcto aplicar las leyes pertinentes a los tiempos de guerra ”estado que el Islam contempla como arizi, innatural, secundario, o accidental” a los tiempos de paz. Las leyes de la guerra solo pueden ser aplicadas en tiempos de guerra y bajo condiciones bélicas. En tiempos de paz y vida civil, el Islam exige un mayor nivel moral y religioso a cada musulmán y exige que todo el mundo sea tratado con misericordia y compasión. El Islam lucha para establecer la paz y la seguridad en la sociedad. Por lo tanto, no es posible que el Islam justifique la perpetración de ataques suicidas en tiempos de paz en cualquier país y contra ningún objetivo, ya sea civil o militar, ya que dichos ataques acabarían con las vidas de personas inocentes.
El Corán, que ordena que todas las personas y criaturas sean tratadas con misericordia y compasión, iguala el asesinato de una persona al asesinato de toda la humanidad (5:32). De hecho, tal y como ya ha sido mencionado, desde el punto de vista del Islam, matar injustamente a un ser humano es tan grave como matar a toda la humanidad. Ello es así ya que la muerte injusta de una persona implica la posibilidad de que cualquier persona sea matada indiscriminadamente y hace que se pierda el respeto al derecho a la vida de toda la humanidad. La persona que comete dicho crimen comete algo terrible al matar a un ser humano, una criatura altamente apreciada por Dios. Por lo tanto, el que salvajemente mata a otra persona, se hace merecedor de la ira y la furia divinas, y debe ser castigado en el más allá como si hubiese matado a toda la humanidad.
El Corán no demanda castigo más duro que el que exige para el que mata intencionalmente a una persona inocente. La declaración y el castigo son aterradores:
Y quien mate a un creyente premeditadamente, tendrá el infierno como retribución eternamente. Dios se irritará con él, le maldecirá y le preparará un castigo terrible (4:93).
El castigo para el asesinato intencionado de un creyente es el fuego eterno del infierno, a no ser que Dios conceda Su perdón. Ibn Abbas y otros eruditos han interpretado dicho versículo aduciendo que el arrepentimiento de los que hayan asesinado a un creyente intencionadamente será denegado, por lo que serán condenados al fuego del infierno. Este comentario, realizado por una de las más eminentes figuras en el campo del tafsir (comentario coránico) merece ser cuidadosamente considerado.
El versículo manifiesta que, además de recibir los que matan intencionadamente a un creyente el castigo del fuego del infierno, también incurrirán en la ira y la maldición de Dios. Habrá dispuesto para ellos un tormento aterrador. Es importante destacar que no existe en todo el Corán amenaza más dura que ésta. El asesinato del inocente se menciona junto al shirk (atribuir un asociado a Dios, el único pecado mayor que carece de perdón) (Al-Furqan 25:68; Al-An'am, 6:151). El hecho de colocar juntos estos dos pecados ilustra la gravedad del asunto.
No se pueden usar fuentes islámicas para aprobar actos que acaban con la vida humana. Ningún musulmán consciente que posea los atributos de fe e Islam (sumisión a Dios) puede cometer semejante acto.
Ataques suicidas en tiempos de guerra
Hemos bosquejado brevemente la actitud general del Islam respecto a los ataques suicidas en tiempos de paz. Ahora vamos a analizar los ataques contra civiles e inocentes en situaciones en que los musulmanes están capacitados para luchar por sus vidas, sus valores sagrados y sus patrias desde una perspectiva islámica.
No se puede matar a los «no combatientes» en tiempos de guerra
Todo musulmán ha de vivir su vida de acuerdo con los principios del mensaje que Dios Todopoderoso ha revelado en el Corán. Los musulmanes han de estructurar cada aspecto de sus vidas, desde el ámbito religioso al de la conducta social y las emociones, de acuerdo con las pautas establecidas por la divinidad. Por lo tanto, también han de ceñirse a dichas pautas cuando combaten para defender sus derechos. La realidad de la guerra no justifica la violación de los principios y doctrinas del Islam. Incluso en situación de guerra, el Islam no acepta que se mate a no combatientes tales como ancianos, mujeres o niños, los cuales no son considerados «combatientes». Este enfoque, hoy considerado como incluido en «las normas del combate» constituye un principio original cedido al derecho bélico por el Islam.
Como principio general, en caso de Guerra, los «no combatientes» no deben de ser matados, según consta en el Corán:
Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros (los responsables y capacitados para combatir que participen activamente en el combate), pero no os excedáis. Dios no ama a los que se exceden (2:190).
La cláusula «quienes combatan contra vosotros» en el original es de extrema importancia. Para explicarlo de modo gramatical, el modo en árabe implica «participación», lo cual significa: «los que tienen la categoría de combatientes». Por lo tanto, los no combatientes no han de ser atacados.
La «prohibición de matar a los no combatientes» que se desprende de este versículo, ha sido ilustrada por el Profeta tanto verbal como en la práctica, y existen numerosos hadices al respecto. No obstante, sólo narraremos unos pocos para aclarar este asunto:
En una expedición (ghazwa) se encontró el cadáver de una mujer. El Mensajero de Dios condenó dicho comportamiento diciendo: «Pero si esta mujer no era un guerrero, ¿por qué se ha sido matada?». Acto seguido prohibió que se matase a las mujeres y a los niños.
Además, el Mensajero de Dios solía advertir a los generales y a las tropas enviadas a expediciones militares: «Combatid en el camino de Dios, combatid por Dios. Ceñiros a los pactos que hagáis entre vosotros y vuestros enemigos, si los hay. No os propaséis. No cometáis musla (mutilación de los cadáveres, o sea: no amputéis orejas, narices, etc. En otras palabras: no cometáis actos humillantes para la dignidad humana). No matéis a los niños, las mujeres, los ancianos y los que se refugian en los lugares de culto».
Tras el Profeta, los Califas Rectamente Guiados (los cuatro primeros califas) siguieron estas normas con esmero, respetándolas meticulosamente. Desde entonces, la mayor parte de los Jefes de Estado musulmanes han recordado a sus generales dichos principios al enviarles al frente, impartiendo órdenes que han sido fielmente seguidas a lo largo de la historia:
Nunca apartes el temor de Dios de tu corazón. Nunca olvides que sin el tawfiq (guía y asistencia divina) de Dios no puedes hacer nada. Recuerda siempre que el Islam es la religión del amor y la paz. El valor, el coraje y la taqwa (temor de Dios, piedad) del Mensajero de Dios han de ser tu modelo. No pisotees los campos arados ni los jardines frutales. Muestra respeto a los sacerdotes y monjes que viven en lugares de culto y que se han entregado a Dios, y no les causes daño. No mates a los civiles, no ofendas a las mujeres y no trates a los derrotados de modo humillante. No aceptes regalos de los lugareños, ni acomodes a los soldados en sus casas. Nunca te saltes ninguna de tus cinco oraciones diarias. Teme a Dios y no olvides que la muerte te puede sobrevenir en cualquier momento, incluso aunque estés a miles de millas lejos del frente. Permanece siempre preparado para la muerte (Gülen, 2004, 238).
Los juristas musulmanes han acordado por consenso que está prohibido en el Islam matar a mujeres no combatientes, niños, ancianos, monjes, personas piadosas recluidas en monasterios y dedicadas a la adoración, invidentes y minusválidos.
En el mencionado versículo (2:190) el Corán ordena a los musulmanes que no se excedan. «Excederse» se define según los comentarios del Profeta de dos maneras: una, «matar a no combatientes», y dos, «tratar de modo degradante a los vencidos». El Mensajero de Dios prohibió la mutilación de los muertos en la guerra. También prohibió matar por medio del sabran (atar a una persona viva y usarla de blanco para practicar con distintos tipos de armas hasta matarla). Si prohibió practicarlo con animales, para que hablar de las personas.
Además, el Mensajero mencionó el hecho de que los musulmanes están obligados a comportarse de modo digno, incluso luchando contra el enemigo: «Los que luchan de buena manera (tomando en conside-ración los valores éticos) son creyentes».
El Islam posee incluso regulaciones para degollar a un animal, por lo que no es de extrañar que prohíba los excesos cuando los seres humanos luchen entre ellos. A lo largo de siglos, los musulmanes han estado rigiéndose por las regulaciones éticas al degollar animales durante los sacrificios rituales y en otras ocasiones. Por ejemplo, el maltrato de animales y el afilado de cuchillos ante ellos están prohibidos por un hadiz.
En resumen, desde la perspectiva de los anteriores criterios, se puede percibir claramente que los ataques suicidas actuales, los cuales acaban con las vidas de cientos de personas, no están de acuerdo con los principios éticos del Islam.
Los objetivos civiles no pueden ser atacados
Matar a personas inocentes en las guerras contradice totalmente los principios del Islam. Nunca durante los tiempos del Profeta, ni en los tiempos de sus compañeros, ni en el de los Tabiuns (la generación que sucedió a la de los compañeros), ni en los tiempos que sucedieron con posterioridad se empleó dicho método (matar a civiles inocentes) por parte de los musulmanes; ni existe precedente algo del mismo. Y como argumento en contra de los que sostienen que «no hay otra alternativa», es prueba suficiente el hecho de que los compañeros estuviesen sometidos a las más duras torturas y peores tratos, en La Meca y posteriormente, sin que jamás cometiesen semejantes actos.
En casi todas las fuentes de derecho musulmán, se trata el siguiente caso particular: ¿Le está permitido a un musulmán durante la guerra atacar al ejército enemigo o a una unidad del mismo conociendo con seguridad que va a acabar muerto? La respuesta a este asunto es la siguiente: si causa daño al otro bando, contribuye positivamente a la lucha ”elevando la moral y el ánimo de las tropas musulmanas” entonces está permitido que dicha persona lleve a cabo dicha acción luchando hasta morir. Por ejemplo, durante la Batalla de Uhud, un grupo de compañeros realizaron dicha acción (atacaron al enemigo para así elevar la moral de los musulmanes) y el Profeta les ensalzó. Por otro lado, si semejante ataque no inflige daño alguno a los efectivos enemigos, entonces no está permitido. Si la persona persiste en el ataque a sabiendas de que no beneficia para nada a los musulmanes, pasaría a formar parte de los referidos en el siguiente versículo No os entreguéis a la perdición. Haced el bien. Dios ama a quienes hacen el bien (2:195). No es posible tomar este caso (el de una sola persona atacando a todo un ejército) mencionado en las tratados de fiqh como base para justificar los ataques suicidas cometidos atándose bombas al cuerpo contra grupos de personas inocentes. En primer lugar, lo tratado en los libros de fiqh se refiere a tiempos de guerra y a objetivos militares, mientras que los ataques suicidas se cometen contra objetivos civiles y contra gente inocente; por lo tanto se trata de asuntos completamente diferentes.
Otra pretendida prueba que se esgrime a favor de los ataques suicidas es el caso de tatarrus mencionado en los tratados de fiqh. En el caso de tatarrus, (es decir: cuando el enemigo utiliza a prisioneros de guerra musulmanes, mujeres y niños como escudos humanos), le está permitido a los musulmanes atacar al enemigo tomando todas las precauciones posibles para proteger las vidas de los cautivos. Asimismo, se refiere a un asunto que tiene que ver con la guerra, por lo que no puede servir de justificación para los ataques suicidas realizados contra civiles e inocentes, es decir, no combatientes.
La palabra irhab según el Corán y el terrorismo
Como todos los musulmanes saben, las palabras de exaltación mencionadas en el Corán ocupan un lugar distinguido. Las palabras citadas únicamente en un contexto de encomio y honor tienen un significado especial. La palabra irhab es un ejemplo de dichas palabras. El versículo en que dicha palabra se menciona en el Corán es el siguiente:
¡Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que podáis para amedrentar al enemigo de Dios y al vuestro y a otros fuera de ellos, que no conocéis pero que Dios conoce! Cualquier cosa que gastéis por la causa de Dios os será devuelta, sin que seáis tratados injustamente (Al-Anfal 8:60).
Por lo tanto, los que creen en el Corán y lo toman como referencia para ellos deben tratar dicha palabra con el respeto y dignidad que merece.
El significado literal de la palabra irhab citada en este versículo es «amedrentar». Sin embargo, se refiere al «miedo» natural que surge ante la posibilidad de sufrir daño y que actúa como elemento disuasorio; no se refiere a autolesionarse.
Los Mufassirun (los eruditos musulmanes comentaristas del Corán) han interpretado la palabra irhab mencionada en el versículo con el significado de estar equipado con las armas necesarias (como corceles de guerra) para utilizarlas de modo disuasorio contra el enemigo según las condiciones de la época.
Dice Rashid Riza que irhab no significa hacer la guerra, sino prevenirla; lo que implica proteger a la sociedad, no destruirla. También interpreta el citado versículo como «preparar armamento de la mejor manera posible a fin de evitar que los enemigos ”conocidos o no” entablen una guerra o lancen un ataque».
En los hadices, la palabra irhab denota disuasión, indicado por los comentarios de los mismos. La an-Nihaya, obra en la que se hallan reunidas las palabras poco comunes (garib) de los hadices, explica la palabra irhab como «ser tan poderoso que se pueda disuadir al enemigo de atacar y de hecho disuadirle totalmente».
Los compañeros interpretaron dicho versículo con el significado de estar preparados para la guerra y poseer poder disuasorio. Por ejemplo, durante el gobierno de Omar, había cuarenta mil corceles árabes pura sangre listos para ser utilizados en la guerra en un rancho cercano a Medina. Dichos caballos nunca participaron en ninguna contienda a pesar de que había batallas en distintos frentes. Asimismo, había preparados cerca de Siria cuarenta mil caballos más de reserva. Estos caballos, una de las armas de guerra más importantes de la época, eran mantenidos como fuerza de reserva en caso de necesidad.
Del mismo modo que la palabra ribat denota dedicar o asignar personas o animales a algún lugar, también puede ser interpretada con el significado de estar preparado y ser prudente. Por lo tanto, el Corán establece un propósito para nosotros ordenándonos que «defendamos y protejamos nuestra religión, honor, reputación, dignidad, patria y demás valores sagrados ante todos los enemigos que alberguen intenciones maliciosas; que tomemos todas las medidas necesarias para mantener el poder que nos permite hacerlo; y que no le proporcionemos oportunidad alguna al enemigo».
Los juristas musulmanes también han utilizado la palabra irhab con el significado de disuasión.
Como resultado, al examinar la estructura de la palabra irhab, su uso y el significado que se le ha concedido en los libros de hadith y sus comentarios, en los libros de derecho musulmán y en los diccionarios, sale a relucir lo siguiente:
1) . La palabra irhab citada en el Corán hace alusión al i'dad, palabra que significa estar preparado para defender los valores sagrados de uno. Está destinada a prevenir las transgresiones, evitar la tiranía y reprimir a los criminales. Este asunto está reconocido y es aceptado por todas las sociedades y naciones desde el principio de la historia y no contradice los valores humanos. ¿Quién puede negar la necesidad de elementos disuasorios que intimiden a los criminales, a los tiranos, a los agresores y a los invasores enemigos?
2) . Los eruditos musulmanes utilizan la palabra irhab en sus obras con el significado de «desalentar al enemigo antes o durante la guerra a fin de intimidarle y desmoralizarle espiritual y psicológicamente».
En el pasado, los elementos disuasorios tomaban formas diversas, como por ejemplo: vestir seda, teñirse las canas, llevar joyas y ornamentos, decorar la espada y su vaina con oro y distintos diseños, enfrentarse sólo a un ejército, preparar y entrenar a muchos caballos para la guerra. Todo ello estaba acorde con las realidades y condiciones bélicas de la época.
Aparte de las dos acepciones anteriormente descritas, no existe otro uso de la palabra irhab ni en el Corán ni en la Sunna, ni puede encontrarse en cualquier otra obra basada en el Corán o en la Sunna. Por lo tanto, no sería correcto interpretar la palabra irhab citada en el Corán con el significado de matar a inocentes en lugares públicos por medio de bombas adheridas al cuerpo, derramar sangre, provocar incendios, causar daños en viviendas y propiedades, difundir el terror para causar el caos en la sociedad o utilizar el Corán como apoyo de dichas acciones.
Además, hay otro tema que se debe tratar, y es que todos los diccionarios de árabe clásico sólo dan como definición del vocablo irhab la palabra ihafa (asustar). Sin embargo, se puede percibir que en algunos diccionarios compilados en la segunda mitad del siglo veinte la definición de la palabra irhab ha sido modificada intencionada o inintencionadamente. En diccionarios redactados por no musulmanes, la palabra irhab ha sido definida como «terrorismo». Sin embargo, existe una diferencia clara entre la palabra irhab, que significa «amedrentar por medio de un poder disuasorio antes de empezar una guerra» y la palabra «terrorismo», que implica matar, poner bombas, incendiar, difundir el horror y cometer actos de violencia que lleven a la sociedad al caos.
No se puede tomar una decisión legal sobre temas indeterminados
Uno de los elementos fundamentales de la metodología jurídica islámica es que la determinación de los límites de un tema debe preceder al establecimiento de un juicio al respecto. Por lo que no se pueden hacer decisiones sobre asuntos carentes de límites específicos, ya que ello sería abrir una puerta a la mala conducta y al abuso.
Si se consideran los ataques suicidas desde esta perspectiva, es obvio que los objetivos no están determinados, ya que no se sabe realmente quién va ha morir. Estos ataques suceden en todos los sitios, en todos los lugares abiertos al público, como mercados, zonas comerciales, restaurantes, estaciones de autobuses, etc., donde la gente lleva a cabo sus actividades diarias. Mujeres, niños, ancianos, musulmanes, no musulmanes, todos ellos sufren los ataques sin discriminación alguna. Por lo tanto, los ataques a objetivos indeterminados se hallan en oposición frontal con uno de los principios generales de la ley islámica.
En el Islam el principio es la individualidad del crimen
En el Islam, los castigos dependen de cada caso: el que comete un crimen es el único en pagarlo y sólo esa persona cumple la sentencia. Tal y como en repetidas ocasiones dice el Corán, nadie cargará con la carga ajena (6:164; 17:15; 35:18). La individualidad del crimen y de la pena impuesta es un principio de la ley islámica. Los objetivos de los ataques suicidas son civiles inocentes; y el hecho de que dichos ataques sean dirigidos contra gente inocente está en desacuerdo con dicho principio legal. Por lo tanto, dichos ataques tan sólo pueden considerarse como injustos y opuestos a la concepción islámica de la justicia.
Los ataques suicidas difaman la identidad esencial del Islam que está basada en el amor y la tolerancia
Los medios empleados para alcanzar ciertos fines han de ser tan legítimos como éstos. Según lo dicho anteriormente, la lucha de la persona por proteger sus valores sagrados, su propiedad o su nación son deberes esenciales de la humanidad. Poner en riesgo la propia vida para cumplir dichas metas constituye la vía del martirio. Si, por el contrario, se usan métodos injustificados para alcanzar dichas metas, se incurre en el reproche divino, llegando a resultados totalmente opuestos a lo buscado: hacerle las cosas difíciles a todos los musulmanes. Sin embargo, el Mensajero de Dios, la paz y las bendiciones sean con él, sus compañeros y los musulmanes que les sucedieron como representantes de la paz y la serenidad siempre han protegido la identidad del Islam durante tiempos de paz y guerra sin desacreditarla jamás. Hoy, a los musulmanes se les equipara con «terroristas» por lo que les es obligatorio desvincularse todo lo que puedan de cualquier comportamiento o acción que pueda utilizarse para hacer ese tipo de acusaciones. El hecho de que en algunos lugares unos pocos musulmanes se hayan comportado de esa manera o hayan aprobado dichos comportamientos ha hecho que las palabras «Islam» y «terror» se usen de modo conjunto, empañando la imagen del Islam y haciendo que el camino de los que desean la desgracia para el Islam quede libre.
Cuando musulmanes de distintas partes del mundo, frustrados por las dificultades a las que son sometidos, eligen realizar ataques suicidas como su única manera de luchar, dicha decisión no sólo les afecta a ellos, sino que incumbe a todos los musulmanes. De hecho, cualquier suicidio que emplee bombas en cualquier lugar del mundo acarrea infamia al Islam y a todos los musulmanes.
Nos gustaría narrar un incidente que tuvo lugar es este siglo respecto a este asunto: Bediüzzaman Said Nursi, un erudito turco, se enroló en su juventud como oficial voluntario en un regimiento durante la Primera Guerra Mundial y sirvió a su país y a sus compatriotas con devoción. Durante la guerra, las guerrillas armenias masacraron a mujeres y niños turcos en algunos lugares y, como venganza, se asesinó a algunos niños armenios. Miles de niños armenios se reunieron en la ciudad donde gobernaba Said Nursi. Éste ordenó a los soldados que no les hiciesen daño alguno y se les devolvió a sus familias al otro lado de la frontera rusa. Este tipo de comportamiento llevado a cabo por Nursi fue una lección ejemplar para los armenios y provocó en ellos una gran admiración por los valores morales musulmanes. Prometieron no volver a matar a niños musulmanes, diciendo «ya que Molla Said no ha matado a nuestros hijos y nos los ha devuelto, nosotros no volveremos a matar a más niños musulmanes». Gracias al comportamiento conforme al espíritu del Islam de Nursi, muchos niños musulmanes fueron salvados de la muerte.
Conclusión
Los musulmanes han de atenerse a los criterios de su religión tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra. Han de controlar sus sentimientos y sintonizarlos con los principios esenciales del Islam, a pesar de la dureza de las condiciones que estén soportando. No han de acometer ningún tipo de acción que el Islam desapruebe. Es un gran crimen cometer ataques suicidas en tiempos de paz. No existe manera alguna de que el Islam apruebe esos despiadados crímenes. Y no es posible que un musulmán con fe cometa dichas acciones.
Los ataques suicidas contra objetivos civiles en tiempos de guerra están prohibidos, ya que están dirigidos contra mujeres, niños, ancianos y civiles que no combaten y a los que el Islam impide matar aun en tiempos de guerra. Es más, el asesinato de personas inocentes e indefensas provoca terror y anarquía y empaña la imagen del Islam, perjudicando así a todos los musulmanes.
A pesar de que musulmanes de todas partes están sufriendo calamidades, los ataques suicidas no están justificados. Lanzar ataques contra objetivos y personas indeterminadas, atarse bombas al cuerpo por el sólo hecho de matar y detonarlas en medio de gente inocente y niños no puede ser considerado como un comportamiento islámico. El Islam tiene reglas y principios respecto a «cómo matar y a quién matar y cómo luchar contra el enemigo» durante la guerra; y no se pueden violar por muy feroz que sea la batalla. En el Islam no existe la posibilidad de matar a mujeres, niños y demás personas inocentes que no participan activamente en la guerra. Finalmente y en solidaridad con la miseria causada por la impotencia de nuestros hermanos y hermanas musulmanes, nos gustaría expresar que ese método de combate en que han sucumbido algunos musulmanes es equivocado y el Islam y todos los creyentes han sido acusados por los modos de proceder erróneos de una minoría que ha elegido un método inhumano de lucha.